sábado, 12 de diciembre de 2009

Sí, riete

Las risas surgieron espontáneas. Y no es para menos. Una patulea de moros trata de alcanzar a una bella doncella para llevarla cautiva. No se podía permanecer impasible, había que hacer algo. Don Alonso Quijano se levanta furioso y acomete a los bandidos, descabezando a unos pocos. Hazaña propia de un súper héroe, si no fuera porque los descabezados con tanta furia eran muñecos y lo que se veía era una función de títeres.

Los alumnos de primero de eso se reían, con razón. Solo a un loco se le puede ocurrir creer que es verdad lo que se ve en un teatrito.

¡Qué loco!

Yo he leído en cuatro ocasiones El Quijote. Más las innumerables veces que vuelvo a releer alguna cosa puntual. En la casa de mis padres se sabía que la explicación a unas risas detrás de la puerta del cuarto chico era que yo estaba leyendo al Quijote.

Aún sigo riéndome, pero menos. Ahora me quedo pensativo en muchas ocasiones.

No puedo dejar de comparar a Don Quijote confundiendo a su amada Dulcinea con una vulgar labradora, con tantas personas escuchando embobadas lo que tiene que decir Belén Esteban. Me es inevitable igualar a las muchachas llorando al ver Titanic con la locura de Don Quijote excitado en el teatro de títeres. Ambos empiezan por T, ambos son ficción y ambos tienen a sus locos.

Y en lo esencial no percibo la diferencia entre el loco que acomete molinos confundiéndolos con gigantes y el notas que con un mando en la mano y una Wii a los pies hace los mismos aspavientos que en la guerra de las galaxias, convencido de que tiene una espada láser en la mano. El loco. El notas, quiero decir.

Estas navidades, cuando pasen los Reyes Magos, verán la luz una nueva generación de locos (XBox, Wii, PayStation, etc.).

Una cosa echo de menos. Cuando veo a muchachos entretenidos en juegos de rol me parece ver a cobardes que se volverán asustadizos ante la presencia de un fanfarrón. Detrás de un hábil con la espada (con el joistick quiero decir) me parece identificar a un blando con el colesterol alto. Y a los que disfrutan asumiendo estéticas y apariencias de muertos, creo que serían incapaces de pasar una noche solos en el campo.

Locos hay muchos, dando mandobles delante del monitor. ¿Pero valientes? ¿Y personas empeñadas en cambiar el mundo que les rodea?

Puesto a elegir, me quedo con lo que me quedo.

José María Gil Corral

No hay comentarios:

Publicar un comentario